ACÁ NO, ACÁ NO ME MANDA NADIE... ni el Estado, ni Obeid, ni Lifchitz, ni Binner, ni Reutemann. Esto es una autogestión total. Me mandan las reglas del mercado, pero nadie me manda en la fábrica, porque el Estado mañana no puede decirme ustedes tienen que producir tal cosa o tal otra, entontes, es así, a mi nadie me manda".
La escritura de este libro nunca destierra cierto estado de búsqueda, cierta conciencia de provisoriedad. No se dejan de lado las incomodidades. Y, en ese movimiento, también elude el encasillamiento: ni tono militante ni académico, ni periodístico ni novelístico, no es sólo crónica ni tampoco puras notas de campo.
El nombre "fábricas recuperadas" remite directamente a 2001. A preguntas y experimentaciones que allí se abrieron y que fueron mutando hasta volverse hoy problemas nuevos. En este libro resaltan preguntas y dilemas que no son sólo de quienes se aventuraron a apropiarse de las fábricas y a inventar formas de relacionarse, de producir, de compartir, de imaginar. En ellas se cifran preguntas de todos. Y son ellas también las que tienen muchas de las claves de un mundo que no admite ser tratado ni con nostalgia ni con ingenuidad: el mundo del trabajo.ACÁ NO, ACÁ NO ME MANDA NADIE... ni el Estado, ni Obeid, ni Lifchitz, ni Binner, ni Reutemann. Esto es una autogestión total. Me mandan las reglas del mertado, pero nadie me manda en la fábrica, porque el Estado mañana no puede decirme ustedes tienen Que producir tal tosa o tal otra, entontes, es así, a mi nadie me manda".
La escritura de este libro nunca destierra cierto estado de búsqueda, cierta conciencia de provisoriedad. No se dejan de lado las incomodidades. Y, en ese movimiento, también elude el encasillamiento: ni tono militante ni académico, -ni periodístico ni novelístico, no es sólo crónica ni tampoco puras notas de campo.
El nombre "fábricas recuperadas" remite directamente a 2001. A preguntas y experimentaciones que allí se abrieron y que fueron mutando hasta volverse hoy problemas nuevos. En este libro resaltan preguntas y dilemas que no son sólo de quienes se aventuraron a apropiarse de las fábricas y a inventar formas de relacionarse, de producir, de compartir, de imaginar. En ellas se cifran preguntas de todos. Y son ellas también las que tienen muchas de las claves de un mundo que no admite ser tratado ni con nostalgia ni con ingenuidad: el mundo del trabajo.