«Ceder no es consentir». Esto pareciera evidente. Sin embargo, es necesario delinear la frontera entre «ceder» y «consentir», pues en ocasiones puede darse una peligrosa proximidad entre ambos. El consentimiento, de hecho, siempre implica un riesgo: nunca puedo saber de antemano a dónde me conducirá. ¿Podría ser entonces que el consentimiento dejara la vía libre a la coerción? La experiencia de la pasión, la angustia en la relación con el otro y la obediencia al superyó desdibujan la frontera entre el consentimiento y la coerción dentro del propio sujeto.
A partir del movimiento #MeToo y de la historia de Vanessa Springora, Clotilde Leguil explora las raíces subjetivas del consentimiento. Desde el psicoanálisis, muestra que el deseo no es el impulso y que la confrontación con la coerción deja una marca imborrable. ¿Por qué no puedo decir nada una vez que ha ocurrido? ¿Cómo puedo volver a consentir?
Yielding is not consenting.' This may seem obvious. However, it is necessary to delineate the boundary between 'yielding' and 'consenting', as there can sometimes be a dangerous proximity between the two. Consent, in fact, always carries a risk: I can never know in advance where it will lead me. Could it be that consent paves the way for coercion? The experience of passion, the anguish in the relationship with the other, and obedience to the superego blur the boundary between consent and coercion within the subject themselves. Building on the #MeToo movement and the story of Vanessa Springora, Clotilde Leguil explores the subjective roots of consent. Through psychoanalysis, she shows that desire is not impulse and that the confrontation with coercion leaves an indelible mark. Why can't I say anything once it has happened? How can I consent again?