Este texto está dividido en dos partes. En la primera parte, titulada: En la boca del monstruo, se describe el contexto en el que se ubica la experiencia de Colectiva Cereza: la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, una ciudad crisol que enmarca al Centro Estatal para la Reinserción Social de Sentenciados No. 5 (CERSS-5). A continuación, se habla de las características de las mujeres privadas de libertad en ese centro penitenciario, conceptualizado como un dispositivo que las arraiga en lugares de exclusión social en conjunto con un sistema de justicia formal que condena hacia abajo y configura experiencias de profundización de injusticia para esas mujeres, aunque ellas estén ahí, precisamente, por resistir a múltiples dominaciones.
En la segunda parte, se relata el comienzo de las prácticas de Colectiva Cereza y se caracteriza a sus integrantes, distinguiendo a las que estan afuera y las que están adentro y se habla de cómo se articulan en una fuerza colectiva. Después se examinan los principios que rigen sus prácticas, ligados al compromiso ético-político, la autogestión y la cercanía con las mujeres. También se alude a las dificultades que se presentan para mantener la cohesión interna. A continuación, se formula la propuesta de una ética feminista del cuidado, partiendo del análisis del legado cultural de las mujeres derivado de las prácticas histórico-reproductivas. Y ahí se expone cómo el acompañamiento va tejiéndose en torno a las necesidades y las potencialidades de las mujeres y cómo, en el campo del derecho, la colectiva se aglutina en algo llamado la bola. Finalmente, se argumenta de Cereza su carácter de pequeña insurgencia que apuesta por interrumpir, en la cotidianidad y mediante prácticas tópicas, el continuum de violencia que han vivido las mujeres, intentando sanar la capacidad de vincularnos afectivamente para restaurar la dignidad y recuperar la esperanza.