Christine de Pizan (1363-1430) fue la primera escritora que vivió de su obra. Entró en la historia cuando, al quedar súbitamente viuda, decidió dedicarse a la escritura en lugar de entrar en un convento o volverse a casar. Escritoras y feministas han reivindicado la figura de esta erudita fuera de lo común que, al imaginar una Ciudad de las Damas ideal, denunció la situación de inferioridad que la sociedad masculina imponía a las mujeres. Provocó un escándalo al criticar la misoginia de Jean de Meun, lo cual le granjeó la admiración del poeta Eustache Deschamps y del teólogo Jean de Gerson. Esta obra constituye el retrato de una escritora y de una dama que no sólo contribuyó al inicio de un primer humanismo nacido de la lectura de Dante y de Boccaccio, sino que por su lucha y su trayectoria ejemplar sirvió de inspiración a varias generaciones de mujeres.