La historia de una comunidad humana es la historia de su pasado, su organización, sus luchas, sus sueños, sus miedos y sus contradicciones. Es la historia de su identidad. El consenso social impregna el aire de un azul cuya textura es la conciencia que sus habitantes tienen, no de una ideología hecha realidad, sino de una voluntad que los hace a todos y emana de todos. Sin embargo, nada es estático. Todo debe evolucionar y renacer permanentemente. El aire azul se puede volver opaco. Los individuos pueden caerse fuera de su realidad. Hay que reinventar, imaginar de nuevo, volver a la lucha como parte de un proceso que sólo puede calificarse de vida. En un pueblo en donde el aire es azul se hace necesario vivir con el pasado y el futuro metidos en el presente. Llevarse consigo al enfrentamiento con la realidad sabiendo que el cambio es riesgo, pero el estancamiento es muerte. María Luisa Puga ha publicado en esta misma editorial Las posibilidades del odio en 1978.