¿Qué cuarto? ¿Qué hotel? Se preguntará el lector de este libro redondo y sugerente cuyos trazos sencillos y efectos complejos recuerdan las acuarelas que integran la blancura del papel para transmitir la sorpresa de la obra de arte. El cuarto es uno mismo; el cuarto es el mundo; es la memoria o la identidad; o es, en efecto, un cuarto de hotel, o de hospital; o un país. Sea cual sea la respuesta o la suma de respuestas, el libro es la alegoría de nuestra naturaleza pasajera y de la transitoria condición de un mundo reiteradamente bélico y en ruinas. En este libro breve cabe todo, y quien quiera verlo se verá también a sí mismo en el espejo deformado de una percepción única en la poesía de nuestro tiempo.