El nacimiento y el desarrollo del movimiento #MeToo en 2017 implicó, entre muchas otras cosas, una dura crítica a nuestra sociedad entendida como una construcción patriarcal en la que, a lo largo de la historia y de manera continuada, los hombres han acaparado todas las parcelas de poder, y este poder se ha ejercido constantemente en perjuicio de las mujeres. Sin embargo, el movimiento #MeToo parece haber dejado al margen de sus debates al padre, figura fundamental a la hora de diseccionar las estructuras de poder que sostienen al patriarcado, y que además está en la misma raíz etimológica de la palabra. Si bien podemos exigir responsabilidades en la vida pública y privada a jefes, compañeros de trabajo, parejas y amigos, ¿qué ocurre con los padres?
A partir de un buen número de ejemplos tomados de la historia y de la ficción, la psiquiatra y sexóloga Katherine Angel ha tenido la audacia de reflexionar por primera vez de manera directa y profunda sobre el lugar que ocupa la figura paterna en la cultura contemporánea y en la reivindicación feminista actual. En este ensayo tan breve como preciso y oportuno, Angel se mueve cómodamente por los cauces del psicoanálisis, la cultura popular y la literatura para detectar y apuntar a todos nuestros papis (los domésticos, los culturales e incluso los políticos), y preguntarse de qué modo la relación entre padres e hijas, en muchos casos intensa y en otros tantos conflictiva ejemplos de ello los encontramos tanto en la tragedia griega como en el cine moderno podría convertirse en una fuerza constructiva en lugar de dañina. Porque aunque la aspiración última consista en desarticular el patriarcado, la figura del padre seguirá siendo insustituible.