Del 68 al 2018. 50 años de movimientos sociales y acción colectiva se divide en 12 capítulos que a su vez se encuentran subdivididos en cuatro secciones. La primera sección es histórica y trata sobre los antecedentes más inmediatos al año de 1968. Adalberto Santana nos presenta El antiimperialismo en el movimiento estudiantil latinoamericano (1918-1968); el latinoamericanista analiza varios de los fenómenos sociopolíticos de corte antiimperialista en América Latina a lo largo de la primera mitad del siglo XX, materializados en el movimiento estudiantil en el subcontinente. Aurora Loyo se interesa en los prolegómenos del año 1968 en México; en 1958: un gozne en la historia política de México, la especialista en políticas educativas nos presenta cómo desde diez años previos al 68 una nueva clase media urbana comenzaba a emerger y solicitar nuevas demandas sociales, y muestra que la entonces respuesta del gobierno en turno no sería muy distinta a la que se emplearía años después. De esta manera, el movimiento magisterial de 1958 funge como una suerte de ensayo-error de lo que sucedería más adelante. Por su parte, Ricardo Pozas Horcasitas nos presenta México en el contexto del decenio de los años sesenta; el capítulo expone claramente el contexto en el cual estaba inmerso el país al momento del estallido del conflicto estudiantil; Pozas Horcasitas explica las razones por las que el llamado desarrollo estabilizador y la estabilidad macroeconómica no bastaron para evitar el estallido.
La segunda parte se interesa particularmente en casos empíricos sobre el momento mismo del conflicto estudiantil de 1968. Edith Kuri presenta el caso de La vocacional 7 del Instituto Politécnico Nacional durante el movimiento social de 1968: repertorios de confrontación y saber organizativo y de resistencia; la autora muestra el papel destacado de un plantel de nivel bachillerato en términos organizativos, políticos y simbólicos del movimiento estudiantil, no sólo los repertorios de confrontación sino los lazos identitarios y afectivos que se crearon a lo largo del movimiento. Rodrigo Llanes aborda El 68 y los movimientos por los derechos humanos en México; Llanes analiza los efectos materiales y simbólicos que aterrizan en el terreno de estos derechos a partir del movimiento. A manera de invitación a la reflexión, el antropólogo cuestiona la común asociación que se hace entre el 68 y los derechos humanos. En Modernización y cultura política. El movimiento estudiantil de 1968, Carlos Luis Sánchez y Sánchez demuestra cómo el movimiento estudiantil del 68 se inscribe en una lógica de modernización de la cultura política mexicana. Para el autor, el 68 no sólo es un parteaguas en la historia del país, sino parte de un proceso más amplio y complejo que llega hasta nuestros días.
En la tercera parte encontramos análisis más de corte político, económico y social. Cristina Puga nos lleva de la mano para mostrarnos cómo el 68 se encuentra hasta el día de hoy posesionado como un movimiento de donde emerge una incipiente sociedad civil; la autora se pregunta, sin embargo, si esto es ver- dad o es parte de una mitología sesentayochera. El análisis y los datos mostrados por Puga resultan provocadores. Jorge Cadena Roa y Miguel Armando López Leyva nos presentan el estado de la democracia en México desde 1968 hasta nuestros días. Con base en indicadores significativos, La democracia mexicana a cincuenta años del 68: diagnóstico(s) sobre la crisis del régimen presenta lo que los autores consideran los grandes problemas y los grandes retos que enfrentan hoy en día la democracia mexicana, teniendo como punto de partida el año de 1968 y el movimiento estudiantil. Esta parte finaliza con el capítulo intitulado Vecinos distantes. Sociedad civil y clases trabajadoras en México de Rodolfo Canto Sáenz. El autor muestra cómo, si bien el movimiento estudiantil de 1968 fue el antecedente más inmediato a la emergencia de un sistema democrático, este no vino acompañado de justicia social; el pluralismo no significó un cambio sustantivo en bienestar material para el grueso de las clases medias y populares del país. Canto Sáenz señala que al menos el ejercicio democrático ha ido enseñando a las clases que entre más y mejor organizadas, mejor elaboradas estarán sus demandas y mayores serán las expectativas de ser satisfechas.
La cuarta y última parte concierne sobre los jóvenes contemporáneos y, en principio, herederos de las causas y éxitos del 68. Rubén Torres Martínez se interesa en el movimiento estudiantil de la UNAM de fin de siglo en Los estudiantes de la huelga del CGH en la UNAM. 1999-2000. Ensayo de tipología. El autor realiza un breve pero sustancioso ejercicio de tipología para presentar a los estudiantes y las corrientes que se dieron lugar al interior de aquel movimiento que tuvo por eje rector la oposición al aumento de cuotas. Por su parte, Othón Baños nos presenta Rechazo político juvenil. El caso de Yucatán, donde a partir de un estudio de caso el autor muestra la evolución de un sector juvenil que parece encontrarse sumamente distanciado de todo el imaginario social en torno a lo que son los jóvenes en la actualidad. El autor se pregunta si en realidad el 68 tuvo un impacto socio-histórico en el conjunto de la sociedad mexicana. La obra cierra con Sociabilidad y capital social y cultural en incorporación: activismo político en la UNAM. El campus como lugar de aprendizajes de cultura política de Carlos Castro, quien estudia las dimensiones socio-culturales de los jóvenes de la UNAM en la actualidad a partir de sus prácticas culturales; a través de un ejercicio etnográfico y desde una lectura bourdieana, Castro muestra cómo los capitales, cultural y social, terminan por definir la sociabilidad universitaria formadoras de individuos, pero sobre todo de ciudadanos.