Un ensayo personal en dos tiempos sobre las desventuras de una escritora, el anhelo literario y el destino de
los libros.
¿Se escribe para contar una historia o para
satisfacer un anhelo? ¿Se publica solo por un afán
de reconocimiento? Los escritores habitan lugares
centrales y precarios en la sociedad a la que en
apariencia pertenecen, pero a la vez residen fuera de
ella, en «bosques» extensos e invisibles. Esa dualidad
no les permite, sin embargo, resolver el problema
central: conciliar la realidad y el deseo a través de
las palabras. Justo ahí yace, para Gould, el costo de
escribir, de querer dedicarse a escribir.