Más allá de las concepciones al uso sobre el hecho migratorio, existe un campo de determinación subjetiva que afirma el derecho a la movilidad como uno de los presupuestos políticos más elementales, y menos reconocidos, de nuestro tiempo. De este modo, a partir del estudio de un caso específico (el juicio del joven Weber sobre las migraciones alemanas y polacas de finales del siglo XIX), el autor pone a prueba la catgoría de "derecho de fuga", para iniciar una extensa discusión sobre su pertinencia política en relación a una exhaustiva colección de estudios históricos sobre el gobierno de la movilidad del trabajo y con respecto del análisis de los modernos flujos migratorios en la llamada era global. En agudo contraste con la liquidación progresiva de los obstáculos a la libre circulación de capitales y de mercancías, el rearme de las fronteras contra prófugos y migrantes señala el fuerte impacto que estos procesos de globalización están teniendo en la configuración de las democracias occidentales. Al mismo tiempo, la práctica de este "derecho de fuga" puede reconocerse virtualmente en un transfondo de ruptura material con el moderno discurso de la ciudadanía, en clara línea de continuidad con las revueltas anticoloniales y metropolitanas de las últimas décadas.