Ha sido justamente en Ecuador donde se concretó la más importante innovación en políticas ambientales de las últimas décadas; el reconocimiento de los derechos de la Naturaleza. Esto ha tenido lugar bajo un contexto por momentos dramáticos ya que se sigue acumulando la evidencia del deterioro ambiental y sus efectos, tanto en toda América Latina como a nivel global. Los esfuerzos gubernamentales, la sucesión de cónclaves presidenciales y la avalancha de advertencias científicas, de todos modos no han logrado detener la pérdida de biodiversidad ni la escala contaminante.
Pero a pesar de todo, siempre hay experiencias, novedades y prácticas que alumbran las esperanzas de cambio. Entre las más destacadas se encuentra la actual discusión sobre los valores y el ambiente, los derechos de la Naturaleza o la necesidad de una ciudadanía ambiental. Cuando un ecólogo defiende la protección de un bosque o un zoólogo insiste en proteger una especie amenazada de extinción, de una u otra manera ponen en juego debates sobre los valores de la biodiversidad. Este tipo de cuestiones no sólo que obligan a considerar diferentes formas de valoración del ambiente, sino que también ponen sobre el tapete categorías básicas como Naturaleza o ambiente, y se expanden a las políticas ambientales. El reconocimiento de los derechos de la Naturaleza en Ecuador es uno de los mejores ejemplos de ese necesario cambio de perspectiva.