Desertar significa abandonar la batalla, de alguna manera eludir el combate, alejarse del lugar donde arrecia el combate, y huir antes de que la policía militar te atrape y te fusile por la espalda, para hacerte pagar tu cobardía. A este comportamiento le canto mi alabanza. Se trata del único comportamiento que considero éticamente aceptable y estratégicamente racional: la fuga, el abandono, alejarse, desertar. No siempre sostuve esto de que sea oportuno huir del campo de batalla. Por muchos años consideré necesario asumir posiciones, oponerse, comprometerse y batirse contra los explotadores, y hasta si fuera necesario, tomar las armas para defenderse de los agresores.