Bolonia, final de febrero. La ciudad está vacía y en silencio. El mundo se detiene (no para todos). Un virus desconocido prolifera en el cuerpo estresado de la humanidad global. Pscodeflacción. La epidemia se entromete en las vidas, trastoca hábitos, modifica automatismos, mata viejos y asmáticos. Bifo se inquieta, pinta lienzos de colores, lee periódicos, hace radio por Internet. Y escribe: notas, apuntes, reflexiones sobre el presente en emergencia. Junto con la llegada del virus, décadas de ajuste neoliberal y dominio financiero se hacen sentir con crudeza sobre las poblaciones del planeta. La crisis se agudiza, no tiene límites. El colapso parece evidente. ¿Seremos empujados a una guerra de todos contra todos hasta la exitinción de la civilización humana? ¿Lograremos, por el contrario, salir del cadaver del Capital, quizás mediante una revolución sin subjetividad ni voluntad política? ¿O se trata, más bien, de aprovechar la interrupción, de transfromar el confinamiento en un proceso colectivo de autoanálisis? Lo seguro es que cruzamos un umbral: ya no hay normalidad a la que volver. ¿Podremos resistirnoS a lo probable y burlar lo inevitable?