A la manera de entradas en un diario privado, de anotaciones esporádicas pero interrelacionadas o de registros del estado de las cosas en apariencia inmutable, pero, como descubre la narradora/poeta en su nueva casa, no sólo las paredes están recubiertas de varias capas, los poemas en prosa de Dos mil doscientos ochenta y uno construyen gradualmente una voz neutra, una escena y un drama vinculado con la propiedad, el amor y lo secreto. El libro de Agustina Catalano (Mar del Plata, 1990) inaugura una colección de poesía que pretende ser, según los editores de La Bola, "ecléctica y contemporánea. Flavia Garione sostiene, en la contratapa, que la poesía actual no responde a rasgos formales precisos, sino que anota momentos. Desde esa perspectiva ejercemos el criterio para ir armando el catálogo de nuestra colección de poesía"