En un nuevo y refrescante estudio del arte del Japón Edo, Christine Guth hace un recorrido por este arte y sus artistas desde una inusual perspectiva urbana. Del mismo modo que cada ciudad creó su entorno social, político y económico distintivo, su arte adquirió un sabor y una estética únicos, lo cual contribuyó al desarrollo de la identidad independiente de cada centro. Cuando más tarde Japón se enfrentó a la cultura europea en su propio territorio, el arte japonés comenzó a reflejar y a absorber nuevas influencias radicales; momento también en el que las estampas japonesas llegaron a Occidente. En esta obra se recogen los artistas japoneses más populares ?los grandes pintores y xilógrafos Korin, Utamaro y Hiroshige? y descubre otros menos conocidos. Todos se contemplan en el contexto de las ciudades donde trabajaron, y donde cuyas rivalidades y realizaciones produjeron un arte extraordinariamente vital e innovador en uno de los periodos más dinámicos de la historia del Japón.