Dos centenarios enmarcan de manera simétrica y opuesta un período fundamental de la vida de la nación mexicana, que da sentido y rumbo a su devenir a lo largo del siglo veinte. Es justamente durante los magnos festejos de 1910 que el cine documental mexicano alcanza un esplendor labrado a pulso a partir de 1906. A continuación, el registro fílmico de la Revolución revela la madurez de los cineastas nacionales, quienes bajo la modalidad de las actualidades o del reportaje, alternan las noticias filmadas, cortas y espontáneas, con otras formas más elaboradas que se valen del montaje documental como recurso narrativo fundamental. Juan Felipe Leal identifica en esta generosa obra un total de 235 títulos (113 en el primer tomo y 122 en el segundo). El primer libro se inicia con el allanamiento (ocurrido el 18 de noviembre de 1910) de la casa de Aquiles Serdán en Puebla y sus secuelas, filmadas por los hermanos Becerril, que parecen augurar un mal principio para el movimiento que encabeza Francisco I. Madero, y se detiene en el 9 de diciembre de 1914, durante el efímero gobierno de la Convención, en la muy significativa y emotiva cédula 113: los hermanos Alva filman cuando Emiliano Zapata abandona la Ciudad de México para dirigir la campaña militar convencionista en el Estado de Puebla. Con rigor escrupuloso, con notable esmero, el autor recurre a archivos fílmicos, hemerográficos y bibliográficos para brindarnos esta reconstrucción cronológica de lo filmado por distintos cinematografistas curtidos y arriesgados (Abitia, los Alva, los Becerril, Echániz, Lamadrid, Ocañas, Rosas, Toscano y otros), forjadores de un patrimonio histórico del que por desgracia, como señala Leal, sólo llegan a nuestros días fragmentos. ?De lo que debió haber sido un asombroso testimonio fílmico, sólo sobreviven trozos incluidos en otras películas?; imágenes que la presente filmografía recoge en abundancia: 559 fotogramas en el primer tomo y 225 en el segundo. En preparación: ?El documental nacio