Reconocido como uno de los grandes directores de Hollywood, por cintas como La venganza es mía (1949), Rebelde sin causa (1955), Rey de reyes (1961) o 55 días en Pekín (1963), Nicholas Ray es dolorosamente interrumpido por la industria a la que contribuyó con maestría artística. La invitación de la Universidad de Nueva York a impartir un curso de dirección de actores lo recupera para las próximas generaciones, al dar como fruto la película No podemos regresar a casa (1973-1976, realizada con sus alumnos) y este extraordinario texto, cuyas lecciones están salpicadas de breves y agudos ensayos en los que habla de problemas actorales, del alcoholismo, de James Dean, Humphrey Bogart, Wim Wenders y muchos más.