Si en la década de 1970 el mundo fue testigo del estallido de numerosos conflictos a raíz de las distintas crisis del petróleo, en el siglo XXI el control del «oro azul», un recurso tan indispensable para la vida como limitado el agua dulce constituye sólo el 3% de las aguas del planeta, puede desencadenar conflictos geopolíticos y comerciales aún mayores. La incontrolada explosión de la demanda industrial, agrícola, turística y doméstica en los países ricos, ha contaminado buen número de capas freáticas y ha dado lugar a graves despilfarros que anuncian severas penurias. Un norteamericano, por ejemplo, consume de media 900 litros de agua al día, mientras un africano debe contentarse con 30 litros. Asimismo, hoy en día, 1.400 millones de seres humanos viven sin acceso al agua potable. Los expertos estiman que las aguas superficiales se habrán consumido de aquí a 2100 y que los recursos hídricos disponibles en el ciclo del agua de la Tierra se habrán agotado hacia el año 2230.