Gramsci, preso, piensa el poder. Su pensamiento cautivo está sesgado por la reflexión histórica, obsesionado por la historia italiana sobre cuyo balance crítico constituirá su filosofía: la filosofía política del marxismo al que refunda sobre nuevas bases. El Risorgimento es su estudio del caso, la tierra fértil de donde se extrae, recortadas sobre la opacidad siniestra del presente -el auge de los autoritarismos de entreguerras- las nociones centrales que le permitirán capturar los momentos críticos y augurales, aquellos donde la historia se salió de quicio y tomó rumbos liberadores. Pues el Risorgimento fue para Gramsci -y para el pensamiento histórico y político italiano- el núcleo en el cual dio con el límite del rendimiento de las nociones clásicas del marxismo y que lo obligó a reformular -a inventar- ciertas categorías fundamentales.