Treinta y cinco años después de su primera publicación, este libro preserva intacta su condición prístina: la de otorgar un sentido inédito a las palabras, volviendo su lectura una experiencia del lenguaje. Arraigo, exilio, materia o pensamiento parecen confluir en estos versos donde se abisman, sistemáticamente, algunos elementos del habla. Sobre esta fractura el hablante inscribe su mirada: un relato oscuro que jadea entre línea y cielo, elementos que también construyen realidades: la maleza oriunda, la bipolaridad del tiempo, o esa estrella que, ceñida a la bandera, semeja un habitante extranjero.