Un poema nuevo, un clavo que empuja la madera y deja atrás una historia, y se adentra en el bosque adverso de la literatura. En busca de la burbuja de aire que estalla en la superficie o de la posibilidad de alimentarse de hongos y plantas silvestres, hay algo en este libro que huye de lo ya conocido, de lo ya escrito, hacia el corazón de las cosas salvajes. Aunque en el lenguaje simple puede habitar también un pensamiento complejo. Mil años serán mil años pero pesan más que un kilo de plumas. En los signos no hay enigmas: el collar roto de la familia, el costado oscuro de los deseos cumplidos, el cotillón triste de las piñatas. Todo lo que brilla encandila. En este libro arden los leños de un fuego frágil por lo humilde pero nada fatuo. Es la chispa de algo que empieza, el comienzo de una escritura que aquí en combustión con el oxígeno de la atmósfera se enciende y el ambiente se ilumina. Marina Mariasch