Esculpir el tiempo acompañó a Tarkovski los últimos 15 años de su vida. En él expone tanto su visión del cine como medio específico -su naturaleza intrínseca, la relación con el público y la responsabilidad del realizador o la realizadora-, como su concepción sobre el papel que el cine, y el arte en general, desempeñan en el contexto más amplio de la sociedad, en sus alcances estéticos, morales, históricos. Su carácter de total sinceridad y el hecho de que trabajó en su redacción hasta semanas antes de su muerte, la convierten, de modo inevitable, en un testamento que sin duda seguirá sorprendiendo al público lector del siglo xxi. Para Tarkovski, "la imagen es auténticamente cinematográfica cuando (entre otras cosas) no únicamente vive en el tiempo, sino que el tiempo vive en ella, en todos y cada uno de los planos".