El poeta y filósofo martinico Édouard Glissant recurre a la poesía, aunque no para lamentarse por un origen perdido, sino para aproximarse a los tiempos que corren. Nos dice: «Vivimos esta vida convulsionada del mundo, participamos de su complejidad, nos acostumbramos a pensar en su indescifrabilidad, y concebimos a estos fines alianzas de intuiciones y generosidades, que a menudo, es cierto, son frágiles y temblorosas, pero este temblor es una energía que nos acerca a las intensidades de la Tierra, y que en todo caso nos preserva de los asaltos masivos de las ideologías y los ásperos sistemas de pensamiento. Lo que percibes de la belleza del mundo te implica en tu lugar. Lo que aprecias de la belleza amenazada del mundo da dirección a tu gesto y a tu voz.»