En esta obra el autor destaca la importancia del estudio de la historia de la filosofía para la filosofía misma, a fin de hacer ver la actualidad que puede conservar lo pasado, y esto lo hará con la ayuda de la hermenéutica analógica, de la cual el doctor Beuchot es el máximo representante, y que permitirá que podamos salir del laberinto y del callejón sin salida en el que da la impresión de que nos encontramos, filosóficamente hablando. En estas páginas se muestra cómo la filosofía medieval nos ha dejado algunas herencias aprovechables en la actualidad. Tal es la noción de analogía, que se usó en la lógica, pero ahora puede fecundar a la hermenéutica, que ha servido para construir una hermenéutica analógica. Así, el autor ilustra de la Edad Media, el alegorismo tal como se da en Joaquín de Fiore y en Hugo de san Víctor; asimismo, abordará, entre otros a Domingo Báñez y Luis de Molina, que son de finales del Renacimiento y principios del Barroco, y que nos enseñan a interpretar la vida moral; la filosofía trágica de Shopenhauer, que posee su propia teoría de la interpretación. No menos importante, el autor retoma a un célebre pensador del Renacimiento, que es Francisco de Victoria. En esa misma época del Renacimiento, concretamente en esa escolástica llamada del Siglo de Oro español, junto a Vitoria hay que colocar a Suárez. Ambos han sido célebres por sus doctrinas jurídicas y políticas, las cuales se examinarán en esta obra para sacar lecciones que sirvan a la filosofía del derecho en la actualidad. Con las reflexiones en esta obra, el autor desea impulsar y promover el interés hacia la hermenéutica analógica, que se esperaba y buscaba en la filosofía misma.