La red de leyes sociales, convenciones y prejuicios, la armazón rígida de las leyes religiosas, las circuntancias económicas: en esa maraña se desenvuelven las pasiones de los humanos sin chocar necesariamente con los obstáculos. En El Gran Parque se desarrolla una pasión que choca con todo, también con el propio ser de los que componen esta pareja poco usual: una novia fugitiva del altar y un gallardo cura católico. El impulso amoroso es contracorriente, claro, pero incluso contra las convicciones íntimas de los amantes, contra sus más profundas fidelidades y principios.