La casa en Mango Street es una obra engañosa. Es un libro de cuentos cortos ?a veces ni siquiera cuentos completos, sino bosquejos y viñetas de los personajes? que, como escribiera Sandra Cisneros, ?forman una gran historia donde cada uno de los cuentos contribuye al todo, como las cuentas de un collar?. La historia está narrada usando un lenguaje que parece simple pero que posee la riqueza asociativa de la poesía, y en el que la jerga y el distanciamiento de la precisión gramatical contribuyen a su inmediatez. Quien narra es una jovencita ?demasiado joven para saber que tal vez nadie la escuche jamás?, pero cuya voz resulta totalmente convincente, porque es la creación de una escritora madura y sofisticada. Por ejemplo, La casa en Mango Street parece deambular de un tema a otro: de los pelos a las caderas, de las nubes a los pies, de una tía inválida a una chica llamada Sally que tiene ?ojos como Egipto? y cuyo padre la golpea a veces; pero esta aparente aleatoriedad oculta una ingeniosa exploración de temas de identidad individual y lealtad comunal, alejamiento y pérdida, fuga y retorno, el encanto del romance y el callejón sin salida de la desigualdad y la opresión sexuales.