Esta es una metáfora de la represión y, al mismo tiempo, una metáfora sobre el ejercicio de la libertad a través de la imaginación. Aunque el que imagina sea reprimido, se arrepienta bajo el castigo, se niegue a sí mismo, muera en el suplicio de sus propias contradicciones. Porque cuando la imaginación ha sucedido, no es extraño entonces que la imaginación no suceda. Sucede en las jóvenes-monjas a quienes Juana Inés de la Cruz, la Sor, abrió a través de la imaginación las puertas de la ambigüedad, la ironía y el reconocimiento. A través esta reconstrucción absolutamente documentada de la vida y del final de Sor Juan Inés de la Cruz, leemos la batalla contra el mundo de las prohibiciones políticas, contra los absurdos del poder.