La dirección del ausente es una novela. Una gran novela. Pero también es la prueba de que la literatura siempre puede decir algo nuevo, escribir la palabra justa, tener una mirada propia, allí donde parece que ya ha sido todo escrito. Es decir: La dirección del ausente retoma una ya larga tradición de novelas que se ocupan de la memoria del Holocausto, de los restos de un pasado que no termina de pasar.