Publicado en 1869, La esclavitud femenina abordó con valentía el problema de la desigualdad entre los sexos, definiéndolo como «uno de los principales obstáculos para el progreso de la humanidad».
En opinión de John Stuart Mill, que publicó este tratado cuando las mujeres de su país no podían votar ni disponer de bienes, alcanzar una «igualdad perfecta» en materia legal y social era indispensable para una sociedad más justa, y no cabe duda de que su libro contribuyó a crearla al desmontar con implacable lógica el endeble argumentario de quienes favorecían la opresión histórica de la mujer.