Una infancia que era lluvia veraniega, mangos recién cortados, flores y maleza, delicias y abrazos, pueblan las primeras páginas de este libro que habla el lenguaje de la felicidad y el de la pérdida como certeza interminable.
La permanencia, la pertenencia, y finalmente el viaje, que es huida y reencuentro, hallan lugar en estos poemas breves, como instantáneas. El eco los guía; eco que no es la palabra o el sonido, sino su distorsión, la reinvención de todo.
Con el amanecer se extingue quienes fuimos la noche anterior, afirma Matza Maranto cuando los frutos más puros del jardín se convierten en paraíso perdido, en abandono. Sólo la fe sostendrá los finales y los nuevos comienzos.
La felicidad era un pequeño trozo de mármol es un camino hacia la luz y la lumbre que ilumina esa oscuridad.
Odette Alonso