En La máquina de vivir, Carmen Ávila se lanza en una profunda búsqueda de la voz que nombre mejor el cuerpo y sus emociones. En esta obra emprende una campaña sensorial armada en versos de sonoridad geográfica que se gozan en su música. Un poema de Paul Valéry da título a esta obra, finalista en el XIII Certamen de Poesía María del Villar de Navarra y mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2008 en Querétaro.