El antiguo dicho La ropa sucia se lava en casa en este libro adquiere la descarnada realidad que se esconde en nuestro país y en el mundo: hay hogares donde la ropa sucia se mantuvo y sigue estando asquerosa y fuera de vista durante muchas generaciones sin que jamás se luciera en un cordel tendida al sol de la realidad. Por cobardía, por vergüenza o por el quedirán, padecieron y seguirán muriendo en vida quizás cuántas personas. Paula Silva no es cobarde, el quedirán le importa un carajo, y la vergüenza le ha servido de acicate para cumplir su compromiso: descorrer el velo negruzco y sacar esos mugrientos trapitos al sol de la verdad. Para que se abran los ojos y las almas; para que el concepto de familia, de padre, de abuelo, recobre su sentido amoroso, contenedor... esa seguridad que jamás nadie debe perder y que aunque nos cueste creer- hay seres humanos que no conocerán. Paula ha verbalizado los horrores sin dobleces ni eufemismos. Usa el mismo lenguaje cotidiano, porque si vuelve atrás para pulir o suavizar, tal vez le duela demasiado y no pueda continuar. La ironía y el humor negro han sido su escudo. Y sin duda, esta inmolación pública ante su propia familia, tendrá la recompensa de lograr que alguien, aunque sea solo una persona, se sienta identificada y pueda salir valientemente a tender su ropa sucia a la luz del sol.