La aparición de este libro hace casi diez años fue un acontecimiento para los que leemos y escribimos en la Argentina. Intuimos -y Gaby no hizo más que confirmarlo desde entonces, texto a texto- la irrupción de una voz como hubo pocas en nuestras letras -Perlonger, Lamborgini, Puig- y ya no quedaban. Una voz que se apropia de las herramientas de la literatura clásica, la gauchesca, los géneros populares para crear un universo de identidades no masculinas, una celebración queer sin borramientos. Gaby hace más que escribir. Pasen y véanlo ustedes mismos. Gaby invita a bailar al lenguaje. Y nos envuelve en una danza de una belleza a la vez cura y brillante.