Durante siglos todo aquello que se ha valorado como producto artístico ha sido atravesado por las jerarquías y los estándares que impone el orden patriarcal; la figura del artista, genio melancólico, ha sido construida en función de un estereotipo que por lo general es hombre, y que además posee el don divino de la creación. En cambio, las producciones de mujeres han sido relegadas a los niveles de artesanías, de artes populares étnicas, que difícilmente se han considerado relevantes como conformadoras de nuestro universo simbólico. Francesca Gargallo pone de relieve, con un ejemplar recorrido dentro de la plástica, el performance, el teatro, la fotografía, el cine y las letras, las creaciones hechas por mujeres como una forma de resistir y encarar la violencia de género; como un proceso de liberación que puja por afirmar sus existencias, aun y a pesar de las vejaciones y la masacre que las ha acuciado a lo largo de la historia.