Si las Mudanzas descarnadas fueron los lugares vacíos que un día tuvieron cuerpo y nombre, los rastros de historias gastadas en poemas sin carne y en procesos naturales de muerte, las raíces encarnadas son lo que sucedió después de tantas urgentes mudanzas inevitables: la transmutación del abandono, de la herida y el autodescuido; el asentamiento, el reconocimiento y el hallazgo de las raíces de la autora en la tierra. Esta antología poética por 40 años de re-existencias es un atrevimiento a reconectar después de ser troceadas, como la Coyolxauhqui.