La palabra vigilar viene del latín vigere, que significaba estar en plenitud de fuerzas para hacer guardias nocturnas. Las vigilantes de este libro son mujeres fuertes hasta en su fragilidad, mujeres entrañables que observan, cuidan y acompañan durante la enfermedad, el embarazo, la alegría y la pérdida. Pienso en este hermoso libro de Elvira Liceaga como un talismán de fortaleza.» Jazmina Barrera
Tras pasar unos años fuera, Julia vuelve a México. Se instala en casa de su madre, Catalina, persiguiendo las huellas de su pasado como una forma de reencuentro consigo misma. En su regreso conocerá a Silvia, una joven embarazada que vive en una casa de acogida esperando el momento de dar a luz y entregar a su hijo a otros padres. Entre las tres mujeres se establecerá un inesperado juego de espejos que nos colocará frente a algunas de las grandes cuestiones que a todos nos asaltan, como nuestra relación con ese origen que es la madre y el cuidado, a veces vigilante, del otro.
Sutil e inteligente, la prosa de Liceaga se pregunta quiénes somos en el quiebre de la cotidianidad
y busca en lo íntimo para acariciar nuestras heridas.