Las artistas feministas de la década de 1980 plantearon temáticas inéditas para el campo artístico argentino: la construcción de la sexualidad, los roles asignados a los sexos, la inmanencia del trabajo doméstico, la procreación como condición de lo femenino, el cuestionamiento a la heteronormatividad y la vindicación de las libertades sexuales; temas cardinales para el impulso de otras propuestas artísticas. Resultaron heréticas respecto de la ortodoxia creativa del período, pues desestabilizaron los lenguajes tradicionales del arte y abrieron vínculos con el underground de Buenos Aires. Entonces, ¿qué sucedió para su invisibilidad?
Durante los 90, cuando se silenció la labor de nuestras feministas gracias a un ejercicio de adopción directa de categorías foráneas que prontamente se vaciaron de contenido, se generó una frecuente confusión terminológica dado que los críticos del período emplearon como sinónimos arte de mujeres, arte femenino, feminismo y género. A su vez, se discutió sobre la existencia de una mirada femenina o de un arte femenino, que asociados a la polémica de si el arte tiene o no sexo no sólo torcerán el eje de los planteamientos feministas sino que despolitizarán y neutralizarán las propuestas artísticas vinculadas con el género. De esa manera se pasó de la denuncia del feminismo a la ?enunciación? del género. María Laura Rosa procura reconocer la importancia de artistas como María Luisa Bemberg, Ilse Fusková, Monique Altschul, entre otras, con el fin de crear genealogías que tracen puentes entre ellas y las artistas del presente.