En Lemuria, por obra y gracia del Colo -gato luminoso como el sol, bello como el amor correspondido, sabio como pocos-, existe el paraíso. Él le fue dando forma, para poner a prueba el amor humano de Beatrice. Es ella, en este caso, la que debe atravesar un infierno de vecinos inclementes, guiada por el oráculo chino, mientras él da señales de vida desde la altura
De nuevo Beatriz Vignoli nos conmueve, nos maravilla, nos ofrece una magnífica historia donde se diluyen los bordes entre autora, obra y persona, y la realidad que alcanzan los sueños es más verdadera que la vigilia.
María Lanese
Un gato desaparece y un clan solidario organiza su búsqueda, que al principio es narrada como cuento de hadas
para luego transformarse en crónica policial y, al fin, en angustiante pesadilla. Ante los vecinos iracundos, atrincherados por el temor y capaces de los actos más viles, se levanta, sin embargo, la belleza del mito: el continente perdido de Lemuria, capaz de acoger a quienes recuerdan otra forma de devenir. Solo Beatriz Vignoli es capaz de transformar una serie de posteos de Facebook en un texto que es un cosmos individual, cerrado sobre sí mismo y, a la vez, está abierto a crear zarpazos en el pensamiento de hoy.
Betina González