Las elecciones legislativas de marzo de 1978 supusieron un estrepitoso fracaso para el Partido Comunista Francés. Ante la debacle, los dirigentes comunistas quisieron salvar los muebles reforzando el partido, pero obviando que estaba construido a imagen y semejanza del aparato de Estado burgués, con una dirección inamovible y un sacrificio permanente de las bases a las que, por inercia, se desoía.
En Lo que no puede durar en el Partido Comunista Francés, Althusser denuncia que la herramienta de transformación social que es el Partido tiene por estandarte una caricatura del comunismo producto del abandono de los principios marxistas y la renuncia del análisis de clase que neutraliza la unidad del Partido y su acción.
Para el filósofo, debajo de la grave crisis que atravesaba el Partido Comunista Francés, además de las cuestiones estratégicas e ideológicas, se encontraba el inmenso problema de su relación con las masas: la única solución pasaba por acabar con el repliegue del Partido sobre sí mismo para así encontrarse definitivamente con ese movimiento de masas en el que fundamentar las verdaderas razones de su necesaria evolución.