Mongolia es un libro de ficción testimonial que habla del viaje, migración y multiculturalidad desde una perspectiva feminista, tanto introspectiva como desde las raíces familiares de la protagonista en Mongolia, lugar desde donde emigraron sus padres hacia Perú. El éxodo, la segregación, el chamanismo y los mitos respecto a una cultura foránea se mezclan en este libro, mientras la narradora trata de buscar una respuesta frente a la maternidad, el arraigo, el destino del trashumante y los cambios culturales.
A medida que avanzábamos por Ulán Bator, Ulaanbaatar en idioma mongol, sentí que regresaba al pasado de la capital de un país sin mar, habitado aún por espíritus que cuentan sus peripecias guerreras desde los cerros que los rodean, donde las tribus nómadas se pasean sin dejar rastro, se niegan a desistir de sus orígenes, movilizados por previsión o vaticinios, gente que su único arraigo fue la idea del horizonte infinito. Ahora con apenas dos millones novecientos mil habitantes, obligados a adaptarse a la economía del nuevo orden mundial propuesto por China y Rusia. No queda mucho del entonces Shan Yu Mongol, la amenaza más grande para una China que se vio obligada a edificar la Gran Muralla como defensa. Mongolia se devela al raspar el papel de una cartilla de lotería que cubre el número ganador. Las prácticas chamánicas están entrelazadas con el marxismo y las tradiciones de las tribus nómadas. Desierto sin fin: eso quiere decir.