Hace más de un siglo sólo había fotógrafos varones. Era el momento en que las mujeres comenzaban a reclamar sus derechos. Y aunque parezca una fecha muy distante, fue en 1871 con Benito Juárez como presidente de México cuando se creó una institución como la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Señoritas, donde se impartieron, entre otros, algunos cursos de fotografía. Fue el arranque en nuestro país de la participación femenina en el mundo de la fotografía. La nómina de fotógrafas y de obras se incrementó a partir de la lucha armada que inició en 1910; algunas de ellas fueron referencia importante en los diversos planos en que se ramificó su actividad: reproducción de imágenes del movimiento revolucionario y de hechos relacionados con los cambios de poder, difusión de los estudios fotográficos, retratos de personajes de la época y reproducción de escenas de la calle, el teatro y la cultura. Este libro reúne la obra de las fotógrafas en México de los últimos cien años, pero no es, ni aspira a ser, el corpus completo. Es, más bien, una selección de imágenes que nos permite reconstruir, en todo caso, dos aspectos simultáneos: las fotografías en su calidad estética y las condiciones en que éstas fueron realizadas en diferentes momentos a lo largo del último siglo. Es una historia contada por sus propias protagonistas, acompañada de unos pocos textos que, como mínimo homenaje, intentan rescatar lo más esencial de esta compleja aventura.