CARMEN DE LA PEZA / MARIO RUFER
Los capítulos de este libro intentan comprender la encrucijada entre cultura, Estado-nación y condición poscolonial en el Sur global. Dos tesis los centran: por un lado, necesitamos reconocer las marcas de la colonialidad en nuestro presente (mexicano y latinoamericano) y analizar lo que eso implica en términos de procederes analíticos, teóricos y metodológicos de los estudios culturales, y, por el otro, es imperioso releer las propuestas centrales de los estudios culturales (en sus vertientes latinoamericana y anglosajona): la relación tensa entre cultura-poder y el rol de las disciplinas en la construcción de órdenes y regímenes de sentido.
Los autores se adscriben a tres grupos de interrogantes, algunos de ellos aporéticos. Primero: ¿cómo emprender una crítica a la noción de producción simbólica como simple coda o marginalia de los procesos sociales, noción que nos quiso convencer de que lo central estaría en otro lado: en aquello que real y sígnicamente determina la acción social? ¿Qué pueden decir un festival, un monumento, el cine, el habla de un personaje popular, ciertos lenguajes de las artes visuales, literaturas escritas por mujeres sobre las formaciones sociales contemporáneas en contextos marcados por el racismo, la diferencia administrada y la exclusión sostenida? Segundo: ¿cómo elaborar una crítica, desde nuestros propios objetos empíricos y analíticos, a la acción autoritaria de las disciplinas en la producción de evidencias y en la construcción de sí mismas como parcelas que creen transparentar lo social? Tercero: todos los textos muestran la dificultad de escribir, proceder o pensar por fuera del Estado-nación porque sus procedimientos más ínfimos nos constituyen, arman el archivo, sostienen la transacción del campo, ordenan la lengua de los intercambios por supuesto, en procesos resistidos y contestados. ¿Cómo abordar esta paradoja desde el campo de la cultura?