La cordura del genial pintor Théodore Géricault (Francia, 1791-1824) zozobra. Silenciosamente se hunde en el tiempo, elemento tenebroso, sin asideros. Su mente flota, explorando remolinos oscuros Frente a él, el psiquiatra Jean-Étienne Esquirol, quien intenta penetrar en las causas de su locura y se convierte en un admirador de su genio. Géricault habla de sus recuerdos, culpas, obsesiones y motivaciones, en una corriente de palabras que fluye y sumerge al lector, como ola de mar embravecido, empujándolo a naufragar junto con los personajes, igual que la célebre embarcación Medusa, cuyos sobrevivientes recurrieron al canibalismo.