AA.VV
El libro está dividido en dos partes principales. La primera de ellas se centra en el análisis de nuestro pasado anarquista y anarcosindicalista. En el primer capítulo, Mauricio Flórez Pinzón se ocupa del contexto económico en el que surgió la organización y la protesta obrera a comienzos del siglo xx, revisa los antecedentes del anarquismo en la Colombia del siglo xix y examina con detenimiento la lucha, por lo demás poco explorada, del peruano Nicolás Gutarra y la Liga de Inquilinos de Barranquilla. En el segundo capítulo, Mauricio Flórez analiza el auge del anarcosindicalismo, que ubicamos entre 1924 y 1928. Así, examina la participación de los anarquistas en los tres congresos obreros y en la formación del Partido Socialista Revolucionario (PSR), al tiempo que relata hechos poco conocidos sobre la actividad revolucionaria en Colombia de anarquistas extranjeros, tales como el griego Evangelista Priftis, el italiano Filipo Colombo y el español Juan García.
Diego Paredes Goicochea del Cilep, en el tercer capítulo, contribuye a la discusión con un ensayo, que pretende mostrar que el anarcosindicalismo, a partir de 1924, adquirió una cierta claridad táctica, ideológica y organizativa que lo distinguió del resto de tendencias del movimiento obrero de los años veinte, a pesar de que el grueso de este movimiento compartía ciertas tradiciones y costumbres.
Finalmente, en el cuarto capítulo, que cierra esta primera parte del libro, Mauricio Flórez examina el papel de los anarquistas en la huelga de las bananeras, así como el declive del anarcosindicalismo hacia finales de la década de los veinte.
En la segunda parte, en un extenso capítulo a cargo de Luis Alfredo Burbano, la Cedins reúne una serie de reflexiones en torno de la crisis del sindicalismo, que se nutren de sus experiencias directas con el movimiento obrero. En este capítulo, Burbano busca explicar los factores principales de la crisis contemporánea del sindicalismo colombiano, para después arriesgarse a proponer alternativas para superarla basadas en el anarcosindicalismo. La apuesta de la Cedins resume en gran parte el objetivo principal del libro, ya que logra volver sobre el pasado anarcosindicalista para asumirlo como una oportunidad creativa para nuestro presente. Reconociendo que la praxis libertaria sembrada desde los orígenes del movimiento obrero y sindical colombiano, sigue latente en nuestros días, el capítulo sugiere que el anarcosindicalismo puede enriquecer o, en algunos casos, revaluar la vertiente leninista de nuestro sindicalismo y enfrentar su orientación socialdemócrata. Volviendo sobre los capítulos anteriores, Burbano extrae algunos elementos históricos para repensar tanto el horizonte político y el proyecto histórico de la clase trabajadora como el problema organizativo actual del movimiento obrero.
Finalmente, el Cilep contribuye a esta segunda y última parte con un capítulo que vuelve sobre las luchas anarcosindicalistas de 1924 a 1928, para pensar el presente del anarquismo colombiano. El Cilep encuentra un importante vínculo entre el poder popular y el anarquismo al recordar que en la experiencia de los años veinte hubo un momento en que este logró salir de la
marginalidad, pues se sintonizó con el contexto colombiano y construyó respuestas a las demandas populares. El anarcosindicalismo, evitando sectarismos y dogmatismos y centrándose en la práctica y el trabajo conjunto con organizaciones de diferentes filiaciones ideológicas, pudo atraer a gran parte de la clase trabajadora y esbozar una nueva forma de sociedad. Actualmente,
el anarquismo tiene mucho que aportar en términos de sus históricas formas de lucha y de organización. Sin embargo, a nuestro juicio, para que el anarquismo pueda seguir siendo una alternativa de emancipación debe caminar al mismo ritmo de las luchas del pueblo e instalarse de nuevo en el corazón del movimiento obrero.