Escribir con el culo entre dos sillas no debe ser fa´cil, lo mismo con la lengua entre dos pai´ses o la sensacio´n de ser siempre sapo de varios pozos. Es el lugar de enunciacio´n de donde confiesa partir este libro. Un lugar precario, a punto de caer, pero desde el cual se construye una fortaleza, o para ser ma´s prudentes, una consistencia.
Luego de Pensar con mover, Marie Bardet asume una vez ma´s el desafi´o, y el pudor, de meter la voz. Y lo hace no desde ninguna parte, como es el ejercicio bastante habitual de la filosofi´a, sino desde un lugar, que son muchos, plantada en mu´ltiples situaciones y pra´cticas a lo largo de los u´ltimos diez an~os. La filosofi´a asume entonces un devenir situado y a la vez moviente, contra todo universalismo o neutralidad.
La bita´cora de este viaje fue asumiendo en su trayecto serpentino, que adopta al gerundio como grama´tica privilegiada, aunque no se priva del infinitivo, el nombre de Perder la cara. Que es tambie´n ganar la espalda o, como se dice en este libro, dorsalizar. Contra el oculocentrismo de la mirada clara y distinta, que hace foco, centro y frente, un tacto que se inmiscuye y multidirecciona todos los sentidos, incluso el visual, circunda el claroscuro y lo nitidoborroso, y des-orientando permite pe(n)sar.
Entre espacios y tiempos transversales, del activismo feminista y queer a los talleres y clases, de las pra´cticas corporales y danzadas a las derivas poli´ticas, de la calle a la cama, pero tambie´n en medio de la crudeza del existir, de un ponerse en cuero que no es la vida nuda, la apuesta es encontrar buenas preguntas para seguir con el problema, instaurar gestos a la altura de un vivir.