Dice Juan Antonio Montiel de este libro: "Esta Piedra rueda desde el nacimiento hasta la muerte y desde el presente hasta el pasado. Pesa en la memoria, pero también nos permite volver a sumergirnos en el río de la infancia para luego echarnos a descansar en medio del camalotal, «entre raíces abiertas como manos». Va de la desnudez a la desnudez con la sinceridad de los niños y los muertos que parten sin más. Entremedio, todas las constataciones de la vida: la individualidad que nos viene de otros y la que brota inesperadamente en el silencio; la soledad del amor y la complicidad de lo que más duele; las canoas, los lápices, el piano, las ranas, «el alivio de llegar a lo que no quema». Estos poemas de Raquel Cané son el palo, «porción de un sauce», con el que «se orillea para tantear el fondo», son huellas y trazos, y evocaciones de una sensibilidad que no deja de transformarse, como la luz en el agua."