En Romanza de lo vivido se refuerza el sentido existencialista... Desde su conmovedor comienzo, advertimos la fuerte figura, el semblante de ese "cuerpo a cuerpo con la muerte". Dama de la noche que deja de ser la antítesis de la vida para formar parte de ella... Esa dama agazapada detrás de una puerta, detrás de un "silencio traslúcido, sin nombre". Puerta que, para Reyna, "contiene la volcánica presencia". Todo tiembla en "la fisura del tiempo", nos dice de quien llama y se vuelve viento que golpea. En cada verso subyace el sentimiento, más que la idea racional, de que la propia vida, incluso el mundo, no pueden ser evaluados en su totalidad, porque de ambos apenas se tienen atisbos, una memoria que captura instantes excepcionales cargados de significado y van constituyendo lo medular y trascendente de nuestra razón de ser y, asimismo, una ética y su estética para expresarse, que se torna canto. Para esta poeta, "la palabra es una llave" que, a veces, no encuentra la cerradura que abra o cierre y, otras, el elemento clave que desata el nudo o, como indica en su poema "Entrar a la sombra", despeja la espesura del mundo, donde "ya al fin desbarrancarse". (Reina Roffé)