Osvaldo Romo-el guatón Romo- es un personaje monstruoso: "manos regordetas, uñas sucias y caracomidas, un rostro redondo grasiento, hedor mezclado con colonia Flaño, jadear al caminar y lenguaje procaz", según lo describen sus victimas. Sin embargo, no es una creación mítica ni el villano incomprendido de la novela gótica. No representa la maldad, es la maldad. La periodista Nancy Guzmán realizó, entre fines de 1994 y abril de 1995, largas sesiones de entrevistas con este ser siniestro recluido en la Penitenciaría de Santiago. El resultado es este libro terrible e illuminador. El monstruo como espejo, como sombra de nuestra historia. Porque más que en su anomalía, Guzmán sitúa al torturador como un engranaje más de un Estado que administra el terror de forma planificada, con la única intención de maantener el poder. Guzmán ha dedicado una vida y una obra a restituir la memoria, indagando en personajes (El Fantaa, Ingrid Olderock, Romo) que nos develan una dimensión de nuestra historia que no debemos olvidar. Contra la idea tranquilizadora de que el monstruo es algo lejano, muy distinto a nosotros, este libro nos habla de que siempre está más cerca de lo que creemos. Romo es hoy la representación de un miedo y de una posibilidad concretaa, que surge de la irrupción de personajes como Donald Trump, Jair Bolsonaro o sus versiones locales. Porque aunque intenten ocultar al monstruo, replegarlo a la cueva oscura del olvido, convencernos de su extinción definitiva, está ahí, al acecho, esperando su momento.