En el siglo XIX, los trabajadores textiles ingleses respondieron a la introducción de nuevas tecnologías en la fábrica haciéndolas pedazos. Este activismo convergió en torno a un misterioso personaje denominado el rey Ludd. El movimiento ludita ha sido ridiculizado por los estudiosos como un esfuerzo retrógrado y, en última instancia, ineficaz para detener el avance tecnológico. Sin embargo, para Gavin Mueller el movimiento llega al corazón de la alienación en las relaciones laborales y las supuestas ganancias en ocio y prosperidad que prometen las nuevas tecnologías. Los luditas no eran primitivos y siguen siendo una fuerza formidable, aunque sea inconscientemente, en los centros de trabajo del mundo en el siglo XXI.Romper cosas en el trabajo es un innovador replanteamiento de la organización del trabajo a través de las máquinas, que salta de las fábricas textiles a los algoritmos, de la «administración científica» en las plantas del magnate Henry Ford a los trabajadores de Amazon que evaden la vigilancia con ingeniosas mañas. Mueller argumenta que la estabilidad y el empoderamiento futuros de la clase trabajadora dependerán de la subversión de los fines de estas tecnologías. La tarea es intimidante, pero las semillas de esta resistencia ya están presentes en los esfuerzos neoluditas de hackers, piratas y usuarios de la dark web, así como de numerosos movimientos de base.