Rosa navega a contracorriente y a pesar de estas adversidades ejercita una militancia creativa por donde se la mire. Asume su condición subalterna para saltar por encima de ella y hacer de esta posible limitación una virtud autoafirmativa, trinchera desde donde parapetarse y dar pelea a todo pulmón, contra viento y marea. Rompe cada uno de los mandatos que la sociedad pretende imponerle y ejercita con extrema osadía un activismo febril e intransigente, en favor de las y los más débiles o subyugados por este sistema. Y para los enemigos recomienda un método infalible que siempre da buenos resultados: "¡pulgares en los ojos y rodilla sobre el pecho!".